Las ciudades latinoamericanas, caracterizadas por su ritmo vibrante y su calidez humana, enfrentan un reto silencioso pero significativo: la contaminación acústica. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región supera en un 50% los niveles de ruido recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las consecuencias de esta cacofonía urbana son alarmantes. Afecta el sueño, la capacidad auditiva, la salud cardiovascular, el rendimiento cognitivo y, en general, el bienestar mental y emocional de las personas. Un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reveló que la contaminación acústica le cuesta a la región alrededor de 17.000 millones de dólares anuales en pérdidas de productividad y atención médica.
En Latinoamérica, esta problemática se agudiza debido al crecimiento descontrolado de las ciudades, la deficiente planificación urbana y la falta de políticas públicas efectivas para el control del ruido.